El Banco Mundial prevé un crecimiento económico del 3,6% para la Argentina en 2022
Así lo informó el jefe del Banco Mundial para América Latina, William Maloney, durante una conferencia de prensa.
El Banco Mundial proyecta un crecimiento económico para la Argentina del 3,6% para 2022 y de 2,3% para el promedio de la región, en un contexto donde la guerra entre Rusia y Ucrania comenzó a afectar la recuperación de la pospandemia.
Así lo indicó hoy el economista en jefe del Banco Mundial para América Latina, William Maloney, durante una conferencia de prensa en la cual presentó el nuevo reporte regional del organismo que lleva por título “Consolidar la recuperación: Aprovechando las oportunidades del crecimiento verde”.
Maloney reconoció que la crisis desatada a causa de la invasión de Rusia a Ucrania afectó las proyecciones de crecimiento y que la región crecerá 0,4% menos que las previsiones originales.
El directivo del organismo multilateral, de cara al futuro, alentó a la aplicación de una fuerte agenda verde que será muy positiva a mediano plazo, y donde la región tiene “tremendas ventajas comparativas”.
En cuanto a los datos de la Argentina, el reporte precisó que se espera un déficit fiscal primario de 2,5% para 2022, en línea con las proyecciones del acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional.
Maloney dijo que el país tiene “margen” para mejorar el gasto público y a la vez “grandes potenciales” para seguir con las inversiones en litio.
El nuevo documento del Banco Mundial fue presentado hoy como antesala de eventos relacionados con las tradicionales Reuniones de Primavera conjunta con el FMI, que arrancarán formalmente el 18 de abril próximo.
Según el Banco Mundial, “la Argentina tiene un 7,2% del PIB en ineficiencia en el gasto público”, el más alto de la región, donde al menos 4 puntos se “fugan por las transferencias” (el recorrido del dinero para llegar a destino), al menos 2 puntos del PIB en “contratos inflados” y alrededor de un punto del producto en lo que se denomina “masa salarial ineficiente”, esto es, cuando el sector público paga más en algunos sectores que en el sector privado.
En cuanto a la región, luego de un rebote de 6,9% en 2021, se espera que el PIB crezca 2,3 % este año y 2,2% en 2023, logrando la mayoría de los países revertir las pérdidas económicas que sufrieron durante la crisis pandémica.
No obstante, “estas modestas proyecciones colocan al crecimiento regional entre los más bajos del mundo en un momento en que la región enfrenta grandes incertidumbres, como la posible aparición de nuevas variantes del coronavirus, un aumento de la presión inflacionaria y la guerra en Europa, que amenaza la recuperación mundial”, sostiene el reporte.
“Nos encontramos en un entorno mundial de gran incertidumbre, que podría impactar en la recuperación pospandemia. No obstante, a largo plazo los desafíos del cambio climático serán aún más apremiantes, lo que nos obliga a avanzar de forma urgente hacia una agenda de crecimiento más verde, más inclusiva y que eleve la productividad”, dijo en un comunicado Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
En cuanto a las consecuencias económicas de la guerra entre Rusia y Ucrania, pese a la suba del precio de los commodities exportables, el Banco Mundial anticipó que “probablemente el impacto sea negativo”, debido a que también los países son importadores de energía.
Según Malloney, América Latina es una región “ensimismada”, de poca apertura externa, con problemas problemas para adoptar tecnologías, y con baja participación en los mercados globales.
Asimismo, el informe destacó que en los últimos veinte años los países de América Latina y el Caribe perdieron el equivalente a 1,7% de su PIB anual a causa de los desastres relacionados con el clima, al tiempo que alertó que unas 5,8 millones de personas podrían caer en la extrema pobreza en la región para el año 2030.
En este sentido, alertaron que la agricultura probablemente se vea seriamente impactada con una reducción en los rendimientos de los cultivos en casi todos los países, mientras que la estabilidad de la generación de energía se verá afectada por cambios en el ciclo hidrológico.
En cuanto al impacto de la última sequía, “se prevé que las pérdidas agropecuarias se acerquen a US$3.000 millones en Brasil, con pérdidas adicionales en Argentina, Uruguay y Paraguay”.