A 50 años de Woodstock: la moda que sigue vigente
Las flores, las túnicas, la estampa dye tie, el patchwork, los pantalones acampanados y los chalecos, las prendas insignia que impuso Woodstock y que hicieron historia
3 day of peace and music, a esa expresión, la que completa el título del emblemático festival de Woodstock, bien podría sumarse la palabra fashion. Es que el encuentro que congregó a más 500 mil personas entre el 15 y el 17 de agosto de 1969, en una granja en Bethel, en el estado de Nueva York, Estados Unidos, no solo constituyó un momento referencial para la música sino que, además, fue sintomático para la moda del siglo XX y XXI. Tal fue el impacto que esos rasgos estéticos, aunque fragmentados y releidos, continúan vigentes.
Las tres jornadas maratónicas que contaron con la presencia de artistas de la talla de Jimmy Hendrix, Janis Joplin, The Who, Joe Cocker y Jefferson Airplain, entre otros, quedaron registradas en el documental del mismo nombre presentado en 1970, con nuevas reversiones en 1994 y también en 2009.
Ese film arrojó imágenes de la contracultura que sostuvieron los jóvenes a fines de los 60: los mismos que discutieron el sistema capitalista y, por ende, el consumismo; proclamaron la paz, en el marco de la interminable guerra de Vietnam; pusieron en jaque los discursos que sostenían los mayores; practicaron el amor libre; y encontraron una forma de manifestarse a través de la vestimenta.
“Esa década planteó un desgaste y una fractura en el sistema occidental de la cultura, y los jóvenes fueron portavoces de ese cambio” explica Patricia Raffellini, investigadora y docente de Historia Técnica y Social del Traje en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).
“Surgieron nuevos sistemas vestimentarios que afectaron la relación con lo corporal, con el concepto de belleza y con la crítica que realizaban del modelo vigente, a través de múltiples actitudes que hoy ya están naturalizadas y conforman nuestro modo de hacer y ver la cosas”, agrega.
En Woodstock estuvieron los hippies congregados en un movimiento contracultural que ya venía expandiéndose desde la costa oeste del país del norte hacía la zona este, con réplicas en todo el mundo. Usaban pantalones pierna campana, chalecos, túnicas, ropa con estampas tie dye, prendas étnicas, principalmente de la India, además de flecos y pantalones en denim. Entre los accesorios se destacaban los cinturones, las vinchas y las flores en la cabeza. Los hombres y las mujeres llevaban el pelo largo y la ropa no estaba necesariamente definida por el género, por eso era considerada unisex.
“Evidentemente se trató de una profusión de signos con capacidad performativa y de generación de imágenes que reanimaron aquel presente y otorgaron a la moda una inagotable fuente de visitaciones posteriores -explica Turquesa Topper, doctora en Ciencias Sociales (UBA) y directora de la carrera de Diseño y Gestión de Estéticas para la Moda en UADE- tal vez, la década del 60 le regaló a la moda la emergencia de estereotipos múltiples con garantía de susbsistencia”.
Y esa subsistencia no fue otra cosa que el correlato de la propagación de un tipo de vestimenta, en principio asociada a lo antisistema, que valga la paradoja, terminó siendo fagocitada por marcas mainstream como la firma británica Biba. Los diseñadores de alta costura y prêt-à-porter no se quedaron atrás y tomaron referencias de aquello que veían en la calle para subirlo a la pasarela. El feedback, esa vez, fue inverso y lo aspiracional surgió de abajo hacia arriba.
Una caso para recordar es la colección de Yves Saint Laurent de 1969 que incluyó la técnica del patchwork, recurso utilizado por los hippies que consiste en coser pedacitos de tela de ropa ya existente para generar una nueva prenda.
¿Y ahora?
Los rasgos característicos de la vestimenta de fines de los 60 y principios de los 70 también están presentes en colecciones contemporáneas. Sin ir más lejos, se vio tie dye este año en prendas de Stella McCartney, Dries Van Noten, Off White y en la colección del argentino Marcelo Burlon para la temporada 2020. La marca italiana Alberta Ferretti hizo lo propio aludiendo a esa época y en el caso de Etro, incluso, presentó capas hechas en patchwork generando lo inevitable; la remisión a la foto icónica de la pareja tapada con una manta en Woodstock.
¿A qué se debe su vigencia? “Hoy la sociedad está buscando el rescate y la conformación de nuevas relaciones y códigos en el sistema de la moda que permitan reflejar la realidad y la necesidad identitaria en una aldea global” comenta Raffellini. Y en este sentido analiza que los hombres y las mujeres “quieren y buscan ser dueños de ‘su estilo’ y no acompañan las modas impuestas por ideologías o centros de poder y mercados del lujo”. Siendo en esta última postura a donde “reside el núcleo profundo de la sustentabilidad, como sanador de identidades y de heridas del pasado y como semilla para una nuevo estilo que caracterice el siglo XXI” concluye.
Para Topper: “La moda del 60 tiene la capacidad de incorporarse y resignificarse en los últimos años porque además de sus signos dotados del valor de aquello ‘contracultural’ y de la posibilidad de definir lo informal, de articular cierta apariencia asimilable a la noción de libertad, posibilita otra de las dinámicas de dignificación de la moda”.
Ropas locales
La marca Rapsodia, que está celebrando sus 20 años, fundada por Sol Acuña y Josefina Helguera, es, sin dudas, pionera en revisitar esa época. Distinguida por las texturas, los bordados y las prendas con características étnicas, ganó identidad con su impronta hippie chic.
Otra de las que rinde tributo a la vestimenta de los 60 y principios de los 70 es la de Anushka Elliot, cuya diseñadora dice al respecto: “Mi marca tiene ese espíritu de libertad, de productos que sean fáciles de usar, pero a la vez que te hagan sentir cómoda y empoderada”. Alcanza con ver las túnicas, las prendas estilo folk, y la proliferación de vestidos que propone.
Los locales vintage también colaboran con la permanencia de este tipo de vestimenta y funcionan además como un guiño al postulado anticonsumo al proponer la reutilización de prendas; entre otras se destaca Bimba Vintage. “Tengo pantalones de jean originales de la marca Lee y cuando llegan túnicas vuelan” comenta Jazmín Rodríguez, su dueña. En Almacén de Lulú otra de las tiendas de referencia para buscar prendas epocales, reconocen que últimamente están vendiendo más vestidos campestres que pueden asemejarse a los vistos en Woodstock.
LA Woman Vintage, la propuesta que en su nombre alude a la canción de The Doors de 1971, es otra de las que ofrece prendas originales de esas décadas.”Para mi es un estilo de vida, no es algo inventado”, dice María Juliana Cova fundadora de la marca. En un mismo espacio mixtura artículos hippie, folk y glam. Vende túnicas, pantalones de cuero, camisas, sombreros y botas texanas, siendo estas últimas el hit de la colección que ella misma selecciona. “No es una feria común, venir acá es entrar a un mundo”, sintetiza.
Fuente: La Nación