Dólar oficial, las fuerzas “blue” del cielo y el talón de Georgieva: apuntes cambiarios urgentes
Por Julián Guarino
Si se mira el mercado de futuros, se espera que el tipo de cambio se acelere desde febrero. Y aquí viene lo relevante. El Gobierno apuesta a utilizar el crawling del 2% como ancla durante un tiempo, mientras “termine” de ajustar los precios relativos.
¿A cuánto el dólar oficial en tres semanas? En tiempos de desmesura, vamos a lo peregrino: mientras el presidente Javier Milei viajó a Davos para desviar las miradas argentas de las cuestiones centrales y concitar la atención del inefable Elon Musk, la economía en su conjunto se encuentra sometida a las fuerzas del cielo.
Al margen de la inflación, que en su versión mayorista arrojó un diciembre cercano al 55% (se ve que los precios en pesos no estaban ajustados al blue) y de los importantes cambios de precios relativos que dispuso el Gobierno, hay una pregunta que reverbera en los distintos actores del mercado financiero: ¿cuándo se viene la próxima devaluación (salto dolarizador) del peso argentino?
Primero habrá que sumar dos datos fuertes. El de inflación de diciembre, que se ubicó en el 25,5%, y la concreción del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con un desembolso comprometido -escaso- de u$s4.700 millones. Sumemos también -al margen del discurso ortodoxo-liberal en Davos- el fuerte compromiso del Gobierno (con el FMI) de ajuste del déficit fiscal, que en lugar del tobogán del 5% al 2%, comprometió más, en la idea de reducir el gasto y mejorar las cuentas fiscales.
Ahora bien. Por supuesto, la ecuación resuma complejidad entre cuestiones estructurales y eventuales, de coyuntura. Pero hay un encuadre que merece tenerse en cuenta. ¿Qué piensa el ministro Caputo?
Bopreal y dólar CCL
Por las acciones y omisiones, por la comunicación encriptada y la cifra borgeana de sus voceros, por las declaraciones de varios funcionarios del equipo económico, uno podría hacer un viaje relámpago a la mente del Messi de las finanzas. El salto del dólar CCL a la zona de los $1.300 y el acople del resto de las cotizaciones MEP y blue, evidencia que, por ahora, la suba (veremos el efecto del Bopreal) no se detiene. El costo de estar parado en pesos es altísimo. Un dato más: con la brecha en la zona del 60%, analistas señalan que conviene más el Bopreal que el CCL, ya que arroja $1.183 vs $1.300. Por ello, habrá demanda de Bopreal.
¿Qué piensa Caputo? Que estuvo acertada la idea de devaluar un poco más fuerte de lo que se pensaba: se esperaba que se fijara el precio del dólar en los $650 y fue a $800. Piensa que eso generó un “colchón de tiempo” y entusiasmo -hay algo de inercia de esa evaporable felicidad- y hasta el Gobierno engordó ese “entusiasmo” con el DNU y el proyecto de ley ómnibus que avanza con pactos en el Congreso.
Talonismo financiero
Ahora bien, el sinceramiento de precios, tanto en materia de tarifas como en muchos otros sectores regulados, como naftas y prepagas, es el talón de Aquiles. Porque en los supuestos planes del Gobierno -pensemos bien- la enorme inflación generada en estas semanas debería desacelerar. ¿Qué podría pensarse? Que el Gobierno no va a generar una nueva devaluación, al menos no una tan alta como la que se vio en diciembre. Y que los precios de la energía tampoco deberían volver a saltar en esa dimensión.
Entonces, la inflación debería desacelerarse y no hacer espiral.
Obvio, en el Palacio de Hacienda hay miedo a la brecha cambiaria, porque eso impulsa las expectativas devaluatorias y ¿borra? parte del supuesto “efecto benéfico” de la devaluación, debiendo reiniciar ese camino, sendero que por otro lado no hacen los salarios de la misma forma.
Dólar oficial y después
¿Y la promesa de devaluar el oficial al 2% mensual? Si se miran el mercado del dólar futuro, se espera que se acelere al 5% en febrero y comenzar a saltar 10% mensual en los meses subsiguientes. Y aquí viene lo relevante. El Gobierno apuesta entonces a utilizar el crawling del 2% como ancla durante un tiempo, mientras “termine” de ajustar los precios relativos, para luego reemplazar una inflación con otra inflación (cambiaria). Es decir, inflación asegurada, autogenerada y licuatoria. ¿Y el crawling? Se aceleraría, previa devaluación, mientras llegan los dólares del agro. ¿Podrá desacelerar la inflación? La pregunta no es si se piensa devaluar de nuevo, sino cuánto y cuándo.
Para el final, el talón de Aquiles, también podría llegar vía FMI. Porque en los últimos días, fue la propia directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, la que opinó sobre los “avances” en de la economía argentina bajo la gestión del presidente Javier Milei. Si bien la economista búlgara elogió los esfuerzos “en todos los frentes” para abordar la compleja situación económica del país y destacó la agresiva corrección de deficiencias por parte del nuevo Gobierno libertario, especialmente en temas fiscales, también aseguró que al FMI le interesa “profundamente” que Argentina proteja a la población más vulnerable mientras prosigue con sus “reformas muy audaces“.
La debilidad la marca el FMI
El FMI pareciera coincidir con el Gobierno en que los próximos meses serán la prueba ácida para el presidente Milei comenzando hoy, principalmente por el impacto inflacionario que, descontado un fáustico diciembre, acumularía en el cuatrimestre. Es el propio FMI el que pareciera alertar por la sostenibilidad social. Como ya se ha dicho en esta columna, preocupa a Georgieva la sostenibilidad del plan de ajuste. Paradoja mediante, el FMI le dice al Gobierno que afloje con el ajuste porque, de lo contrario, no habrá más ajuste. Que el partido es largo. Así, lo que para el Gobierno es un atributo (ajustar más que lo que pide el FMI), para el Fondo es un problema a resolver. En rigor, ya se lo había mencionado en un comunicado: hay que “preservar el valor real de las pensiones y aumentar la asistencia social”.
Fuente: Ámbito