«Cáncer de mama en primera persona»
Noelia, Liliana, Ana y Ángela son mujeres de Ushuaia con ocupaciones, edades y contextos distintos pero que comparten algo en común: las cuatro fueron diagnosticadas con cáncer de mama. Si bien sus historias son diferentes, al escucharlas se repite la misma reflexión “la importancia de los controles regulares porque el cáncer de mamá agarrado a tiempo se puede curar”.
En el marco del “Mes de Sensibilización sobre el Cáncer de Mama”, el Ministerio de Salud reunió testimonios de pacientes del servicio de Oncología del Hospital Regional Ushuaia que fueron diagnosticadas con cáncer de mama y atravesaron con éxito el proceso de la enfermedad, sus tratamientos y actualmente se encuentran bien de salud.
Noelia, enfermera del servicio de Tocoginecología, comentó que “siempre tuve presente que cualquier persona puede tener cáncer, pero al no tener antecedentes familiares pensé que tal vez no me iba a tocar” y contó que cuando se enteró de su diagnóstico “sentí que todo lo que venía haciendo en mi vida se había suspendido, que todos los proyectos y planes se habían congelado y pasado a un segundo plano y que tenía que ocuparme de buscar un equipo que me ayudara a salir de esto”.
“Me diagnosticaron cáncer de mama cuando tenía 38 años, hace dos años. Todo surgió por un control anual, ahí me detectaron” detalló Liliana, quien trabaja como cajera en un supermercado de la ciudad, y expresó que “la primera sensación fue esperar que te digan que está todo bien, cuando el profesional me dijo el resultado sentí que me moría en ese instante”.
Ana es jubilada y se encontraba planificando un viaje a México cuando fue diagnosticada, “siempre pensás que le pasa al otro, nunca pensé transitar esto pero me tocó” contó, y detalló que “pasé por muchos estados. Primero mucho miedo, luego enojo conmigo, con el mundo, con Dios, con todo alrededor; y después entregarme a los consejos del médico y confiar en los profesionales que me atendieron excelentemente”.
“Fui a la doctora a decirle el problema que tenía porque se me había hundido un pezón y eso me asustó” contó Ángela, y detalló que “ahí fue cuando me mandaron a hacer la ecografía y la mamografía y salió que era una cosa mala” y agregó que “a los 82 pensé, me tocó”.
Lili comentó que “soy mamá de dos nenes, vivís el día a día a full, estás todo el tiempo con las cosas de la casa, la rutina, el trabajo, los amigos, la familia hasta que sentís que estás bloqueada, te sentás, renegás, llorás, te preguntas porqué y te aferrás a lo que crees” y agregó que “tuve dos opciones, que quede en secreto entre mi doctora, mi pareja y yo; o ponérmelo de mochila y darle pelea, que fue lo que hice”.
Noelia detalló que “el tratamiento de quimioterapia del primer ciclo es muy fuerte, es el que produce la mayor destrucción celular; la parte que le siguió fue un poco más llevadera” y continuó relatando “después vino la cirugía que también es un momento fuerte. Tuvieron que hacer un vaciamiento axilar, aparte de que había elegido una doble mastectomía total para no tener ninguna posibilidad de volver a hacer cáncer”.
“El PAMI me derivó al Hospital Italiano” dijo Ana, y relató que “iba a lo nuevo, a lo desconocido” pero “tuve la compañía de mi hijo, que vive en Buenos Aires, que no me dejó un minuto sola” y añadió que “los chicos que te hacen el tratamiento sabían cuando yo entraba cómo estaba, si me veían que ese día no estaba muy animada me conversaban, me daban mucho cariño y así pase el tratamiento”.
Ángela detalló que “en menos de dos meses fui operada en el Hospital. No me extirparon todo el pecho, solamente el pedazo que estaba con problemas”, y resaltó que “para mí el Hospital es lo más sagrado que hay y estoy muy agradecida”.
Noelia, que también es profesora de baile y estudió teatro, destacó que “en este momento estoy transitando una recuperación en todo el sentido de la palabra, no solo física sino también espiritual”, y contó que “estoy con acompañamiento psicológico y entrenamiento físico, que es lo que me permite estar en estas condiciones”.
“A cualquiera nos puede pasar. Si te haces un control, agarrado a tiempo te salvas. Vas a tener miedo, te vas a asustar pero hay que darle pelea por una misma”, dijo Lili, y contó que “hoy me siento muy bien, hay un antes y un después de lo que me pasó, valoro otras cosas”.
“El consejo que le doy a todas mis amigas es que no le tengan miedo al chequeo, que se hagan los controles”, comentó Ana, y dijo que “si yo no me hubiera hecho un control de rutina, no hubiera descubierto que lo tenía, porque no tenía ningún bulto y no se sentía absolutamente nada”.
“Estoy de salud perfectamente, hago todas las cosas de mi casa, pinto, bordo, voy al súper, camino mucho, atiendo a mi gordo; tengo una vida completamente normal”, comentó Ángela, que hoy tiene 84 años.
“No dejen de hacerse los chequeos porque ahora, agarrado a tiempo, tiene solución y podemos estar como me siento yo hoy, muy bien”, puntualizó Ana; que una vez autorizada por su médico reprogramó su viaje truncado y fue a Italia a visitar a su nieta.
Ángela contó que “en el supermercado a todas las mujeres les digo que se cuiden los pezones y me miran como bicho raro, dicen ¨esta mujer está loca¨”, y añadió que “¿sabés lo que pasa? A mí me pasó. Entonces, hay que cuidarse. No se dejen estar. Yo no me he dejado estar, ahí es donde yo me siento muy bien”.
Aldo Orrego Cáceres, jefe del servicio de Oncología del HRU, reconoció que en el contexto de la pandemia “todo es más difícil” pero puntualizó que “la importancia de diagnosticar esta enfermedad a tiempo es que tiene solución, tiene tratamientos” y mientras más pequeña sea la lesión detectada “los tratamientos también son mucho más leves y no son tan agresivos”.
“No dejes de hacerte los controles o consultar si te surge alguna duda o notaste algo raro en las glándulas mamarias” dijo el doctor, y agregó que “por más difícil que sea la situación, no tengas miedo”.