22 noviembre, 2024
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Los desafíos del nuevo Gobierno alemán bajo la mirada de un experto argentino

El nuevo Gobierno alemán encabezado por el socialdemócrata Olaf Scholz enfrentará una serie de desafíos tras asumir esta semana, como la gestión de la cuarta ola de Covid-19 y sus costos políticos, el frente interno de una coalición heterogénea, la crisis climática, la ultraderecha y un bloque europeo que profundiza sus diferencias, según un especialista argentino.

Foto by Tobias SCHWARZ / AFP

“Son muchos los desafíos de este Gobierno. (Angela) Merkel deja un legado en cierta medida positivo, pero también con muchas cosas sin resolver, incluso sin siquiera haber sido abordadas, al menos no con la responsabilidad que le cabe a un país industrializado y potencia mundial”, explicó Franco Della Donne en charla con Télam.

Para el experto, doctor en Comunicación por la Freie Universität de Berlín, lo más urgente de atender es la pandemia, en un país donde “un 25% decidió no vacunarse y no está muy claro qué puede hacer el nuevo Gobierno -que asume el miércoles próximo-, para lograr una mayor inmunización, tras fracasar la estrategia de persuasión”.

“La vacunación apenas crece desde hace cinco o seis semanas”, graficó Delle Donne, y agregó que ante esta situación cobra fuerza en Alemania un eventual plan de vacunación obligatoria.

Sin embargo, no está clara la viabilidad jurídica de una medida de este tenor, al margen de los costos políticos que le traería al futuro Gobierno “semáforo”, como lo bautizó la prensa por los colores de los tres partidos que lo integrarán: el rojo de los socialdemócratas, el verde de los ecologistas Verdes y amarillo de los liberales del FDP.

Este desafío sanitario se produce en el seno de una coalición muy heterogénea, que asumirá el poder el miércoles y que en su ejercicio deberá “hacerse cargo del frente interno, es decir de cuestiones propias del debate político”, señala.

Se trata de partidos muy diferentes, con concepciones diferentes en temas sociales y políticos, en relación a libertades, a mercado, a regulaciones e incluso a posicionamientos respecto a la Unión Europea (UE), además de las cuentas públicas, la crisis climática, etc”.

“Todo lo anterior -prosigue- deberá resolverse de la manera más consensuada posible, para no perder legitimidad, algo que traería problemas en la composición de la mayoría”, un tema muy relevante en una República Parlamentaria como la germana.

La situación entre un Gobierno saliente de la canciller Angela Merkel y el nuevo de Scholz es caracterizado por Della Donne como “una transición muy compleja en medio de una crisis, donde el Ejecutivo en funciones no se quiere hacer cargo y el entrante tampoco, lo que produce una especie de vacío que no se termina de resolver”.

“Todo lo anterior determina una desconfianza de cierta parte de la población y un temor a una inestabilidad política y esto es el peor escenario imaginable para el alemán promedio”, continuó el experto.

La presencia en el país de una ultraderecha radical es otro desafío en el horizonte del nuevo Gobierno, señaló Delle Donne, que además es director del proyecto Epidemia Ultra, dedicado al análisis de la derecha radical en el mundo.

“En Alemania la ultraderecha tiene una gran capacidad de influencia política, en tanto y en cuanto la agenda en debate tenga que ver con su propia agenda, es decir migración, seguridad y antipolítica”, explicó.

Cuando alguno de estos tres temas toman la agenda política, Alternativa para Alemania (AFD) -el partido que ocupa ese espacio del arco político- es capaz de ubicarse en el centro del debate “porque son los que mejor comunican y tienen los mejores frames (encuadres) para abordarlos y el resto de los partidos queda en off side”, agregó.

En el caso de la pandemia -puntualizó el experto-, ejes como la vacunación obligatoria, las restricciones, los cierres constituyen un ejemplo de cómo este sector hegemonizó la agenda y se puso en el centro del debate.

Tampoco será sencillo el panorama del Gobierno “semáforo” en relación a la política exterior, un área que ya anticiparon como una prioridad.

Scholz deberá impedir que la Unión Europea profundice los conflictos internos que ya tiene, como la tensión con el eje de Visegrado (Eslovaquia, Hungría, Polonia y la República Checa) donde predomina una visión menos liberal de la democracia, en política, instituciones, control de los poderes, libertad de prensa, protección de las minorías, etc.

La Europa occidental tiene una óptica consolidada y diferente sobre estos temas, al menos en un sector mayoritario de la población, pero estas concepciones “están en tensión por la aparición de las ultraderechas”, advirtió Della Donne.

“El desafío al que me refiero entonces es cómo transmitir esos valores que la UE ha defendido desde la posguerra, pero hoy en día se ven amenazados, por un lado por unos Gobiernos, y por otro, por fuerzas internas de diferentes partidos”, se explayó.

Acá Scholz tiene un desafío fundamental porque uno de los legados de Merkel es haber puesto Alemania al frente de Europa, acotó.

Por último, pero no menos importante, la crisis climática se impone en la agenda política alemana con enorme gravitación. Los partidos acordaron abandonar el carbón como fuente de energía para 2030, ocho años antes de lo que estaba previsto.

Un 2% del país producirá energía eólica y basada en hidrógeno y proyectan que para 2030 el 80% de la electricidad se obtenga de fuentes de energía renovables y 15 millones de autos eléctricos circulen por las carreteras alemanas.

El país tiene como objetivo alcanzar la neutralidad en sus emisiones contaminantes antes de 2045 y los paneles de energía solar serán obligatorios en los techos de todos los edificios, tanto los que alberguen comercios como los residenciales.

Si bien se trata de límites ambiciosos y de largo plazo, integran la agenda del próximo Gobierno e implican “arduas negociaciones con China, India y otros países de peso. Una enorme tarea para el Partido Verde que se haría cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores”, concluyó el especialista.