La fauna marina patagónica se destaca entre los atractivos de la Ruta Azul de la costa de Santa Cruz
El Corredor de la Ruta Azul, que conecta las localidades de la costa de Santa Cruz sobre la Ruta Nacional 3, tiene como nexo turístico el contacto con sus singulares especies de fauna marina patagónica en un ambiente de naturaleza pura, además de atractivos geológicos, arqueológicos e históricos.
Ese circuito, cuyo nombre refiere a la cercanía con el mar y su intenso y profundo color en esa zona austral, se extiende desde Caleta Olivia en el norte, próxima a Chubut, hasta Cabo Vírgenes, en el extremo sur continental del país, tras pasar por Río Gallegos, donde confluyen las rutas nacionales 3 y 40.
Unos 10 kilómetros al sur de Caleta Olivia, donde la Ruta 3 pasa más cerca del mar, hay una colonia de lobos marinos de un pelo convertida en reserva natural, que concentra entre 300 y 600 ejemplares, sobre el Golfo San Jorge.
La reserva, que es también uno de los paseos habituales de los caletenses, se puede observar desde el Camino Costero, con reserva previa en la Subsecretaria de Turismo.
Las distancias patagónicas son largas, más aún al avanzar hacia el sur, por lo que la siguiente parada del recorrido es Puerto Deseado, a 215 kilómetros de Caleta Olivia, y tras un desvío en Jaramillo para recorrer unos 100 kilómetros por la provincial 281.
Puerto Deseado es uno de los mayores paraísos de biodiversidad de la costa patagóncia, con delfines, lobos marinos y numerosos ejemplares de aves sureñas, entre ellas el exclusivo pingüino de penacho amarillo, en la Isla Pingüino, donde tiene la única colonia de acceso continental del mundo.
Tanto en la isla como en la ría Deseado -también área protegida- se pueden ver gaviotas, gaviotines, escuás, ostreros, petreles, palomas antárticas y cormoranes roqueros, biguás e imperiales, además de decenas de miles pingüinos de Magallanes.
En el extremo de la ría, donde se junta con el agua dulce del río Deseado, a 42 kilómetros del pueblo, están los Miradores de Darwin, gigantescas formaciones en sus márgenes, que el naturalista que le dio el nombre hizo famosos al escribir “no creo haber visto en mi vida lugar más aislado del resto del mundo que esta grieta rocosa en medio de tan extensa llanura”.
De allí, el trayecto sigue hasta Puerto San Julián, que si bien está a 220 kilómetros en línea recta, el recorrido por ruta es de casi 400, porque la falta de infraestructura vial obliga a retroceder hacia el noroeste hasta Jaramillo, para retomar el Corredor Ruta Azul y continuar hacia el sur.
San Julián es el lugar donde los europeos tuvieron el primer contacto con los habitantes de lo que luego sería Argentina, en 1520, cuando recaló allí la expedición que dio la primera vuelta al mundo, encabezada por Fernando de Magallanes, por lo que un símbolo de la ciudad es una réplica a tamaño real de su nave insignia, la Nao Victoria.
La pequeña urbe es también base para el turismo arqueológico hacia el yacimiento La María, donde hay decenas de cuevas y aleros con expresiones rupestres de hasta 12.600 años de antigüedad,
No hay grandes colonias de especies patagónicas en torno a la comuna, aunque ofrece un circuito costero en el que se puede avistar un buen número de aves de la patagonia marina.
La siguiente localidad es Comandante Piedrabuena, que si bien se encuentra a más de 50 kilómetros del mar constituye una parada de descanso y aire húmedo, al estar junto al estuario que forman los ríos Santa Cruz y Chico y al pie de la meseta patagónica, lo que la protege de los fuertes vientos del oeste.
Desde Piedrabuena se puede seguir hacia el sur por la ruta original y a menos de 40 kilómetros ingresar al Parque Nacional Monte León, que combina las ecorregiones de la estepa y el mar.
Allí se pueden observar en tierra guanacos, choiques, zorrinos, armadillos, zorros y pumas, y al llegar al mar hay una gran colonias de pingüinos de Magallanes, con más de 60.000 parejas y un apostadero de lobos marinos.
Con la bajamar, entre las restingas quedan atrapados pulpos, mejillones, caracoles, camarones, estrellas de mar y cangrejos, entre otras especies que son alimento de las aves locales antes mencionadas, además de algunas migratorias, como chorlitos de varios tipos y el petrel gigante.
Desde allí, otro largo tramo de más de 200 kilómetros lleva a Río Gallegos, que ofrece su Reserva Geológica Provincial Laguna Azul, a unos 65 kilómetros por la Ruta 3, en los que recientemente se estrenó un sistema audioguías vehiculares para el turismo.
La última etapa del Corredor es de unos 130 kilómetros por la Ruta 40, hasta Cabo Vírgenes, cuya reserva natural del mismo nombre alberga variada fauna, pero se destaca otra de las mayores pingüineras de Magallanes del país, con unos 250 mil ejemplares.
Dentro de la reserva, que se extiende hasta Punta Dungeness, se puede visitar el Faro Cabo Vírgenes y el lugar donde se asentó la primera población europea (española) de la Patagonia, la extinta “Ciudad del Nombre de Jesús”, recordada con un monumento donde estuvo emplazada.