Perú, un caso de aciertos y errores peligrosos en la pandemia
Perú, el segundo país de América Latina en imponer la cuarentena por el coronavirus, es por lejos el que más test realizó y el que más bonos de ayuda directa entregó a los afectados por la crisis económica, pero también es el segundo país con más casos de la región, el cuarto en muertes y tiene un sistema de salud al borde del colapso.
El país andino registra más de 84.000 casos y alrededor de 2.400 muertos por coronavirus, y, aunque la curva de la pandemia continúa creciendo, esta semana comenzó una reapertura gradual de la economía que concluirá, si todo sale bien, en agosto.
Esta semana, el presidente Martin Vizcarra anunció que “Perú llegó al tope, a la cima” del brote de coronavirus y comenzó un “descenso lento”. Pero los números no lo acompañan.
“Aún es muy temprano para decir que hemos pasado el pico. La semana pasada tuvimos 3.800 casos nuevos todos los días. Ahora, en los últimos tres días tuvimos 3.200 o menos. Eso es una buena señal, pero tendría que mantener al menos siete días para decir que se amesetó la curva y comienza el descenso”, explicó a Télam Eduardo Gotuzzo, especialista en infectología.
Tras la entrevista de Gotuzzo, Perú registró dos días seguidos de más de 4.200 nuevos casos.
Para el director del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Perú tiene un número tan alto de casos en comparación al resto de América Latina -con excepción de Brasil- porque es por lejos el país que más pruebas de coronavirus ha hecho, tanto en términos absolutos como en relación a su población.
Aun si la mayoría de estos test son serológicos -que buscan anticuerpos y solo sirven para diagnosticar a partir de la segunda semana de la infección- para Gotuzzo esto ha permitido tener una “imagen más real” de la expansión del virus y, además, ha permitido establecer que la tasa de letalidad es de 2,8%.
Argentina, con cifras absolutas mucho menores, tiene una tasa de letalidad de 4,7%.
Pero, pese a haber aplicado rápidamente dos de las medidas recomendadas por la comunidad internacional -cuarentena y testeo masivo-, Perú cometió dos errores que demostraron ser decisivos.
Por un lado, no garantizó material de protección a las personas que están en la primera línea de defensa contra el virus: trabajadores de la salud, policías y funcionarios públicos con tareas en las calles.
Según el Ministerio del Interior ya fallecieron 82 policías y otros 4.000 dieron positivo.
En la amazónica Loreto, las autoridades del hospital regional informaron a la cadena CNN en español que, para finales de abril, cuando los pacientes se amontonaban en los pasillos y los cadáveres en una sala sin refrigeración, que el 40% del personal estaba ya hospitalizado o de licencia.
Hoy hay solo 11 médicos atendiendo a 600 pacientes, según el diario El Correo.
“Tenemos una deuda de salud de más de 50 años. La atención primaria ha sido desatendida y, entonces, la gente se aglomeró en los hospitales, donde no hay capacidades para separarlos y, en muchas regiones, no había especialistas dado los años de informalidad laboral en el sector. Además, los médicos no tuvieron protección”, relató Gotuzzo.
Por eso, aunque las autoridades peruanas lograron ampliar las camas de terapia intensiva de 170 a cerca de 800 en apenas dos meses, hoy esa nueva capacidad está casi llena.
Algo similar sucede entre los empleados públicos que tienen tareas de control y distribución en las calles.
“En Villa El Salvador, uno de los municipios más representativos de los sectores pobres de Lima, tienen canastas de alimentos entregadas por el Gobierno nacional y donaciones, pero no tienen cómo repartirlas porque tienen poquísimo personal que tiene mil tareas. Su poco personal ya está enfermo porque tiene que salir y estar en contacto con la gente y no tienen medidas para protegerlos”, contó a Télam Lorena Alcázar, economista e investigadora de Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade).
Por otro lado, el gobierno peruano no adecuó su cuarentena temprana y estricta a cerca del 70% que vive del día a día y en la informalidad.
Esta semana, cuando el país se preparaba para comenzar la primera fase de la reapertura, casi el 80% de los comerciantes del Mercado de Frutas de La Victoria, en el poblado suburbio de Lima, tradicionalmente obrero, dio positivo en un testeo masivo.
“Se impuso una cuarentena muy severa que tuvo un impacto muy grande en la economía, especialmente en la enorme economía informal, y, por eso, no produjo el efecto deseado,” explicó a Télam el ex ministro de Economía del gobierno de Ollanta Humala, el economista Alonso Segura.
La cuarentena comenzó el 16 de marzo y poco a poco comenzó a ser incumplida por aquellos que debían salir a trabajar para sobrevivir o miles de familias que solo podían cobrar la ayuda del Estado haciendo larguísimas y caóticas colas en el Banco de la Nación, el único banco que paga.
“Es y será muy difícil impedir que la gente se pare en la calle o abra un local pequeño y empiece a vender, salvo que metas preso a todo el mundo. Entonces hay que minimizar los focos de contagios, regalar masivamente mascarillas y hacer campañas para enseñar a usarlas. Esto no se hizo aún”, destacó el ex ministro.
El desafío del gobierno en esta etapa será corregir uno de sus principales errores y garantizar protección no solo a los trabajadores esenciales, sino también al resto de la sociedad que, de a poco, se sumará a la reapertura. (Télam)
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