El dato del INDEC marca una aceleración respecto a octubre, con precios regulados como principal motor. Críticas al modelo que combina inflación alta con ingresos estancados y ajuste en servicios públicos.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) confirmó este miércoles que la inflación de noviembre fue del 2,5%, una cifra que marca una nueva aceleración frente al 2,3% registrado en octubre. Con este dato, el índice de precios acumula un 27,9% en los once meses del año y la variación interanual alcanza el 31,4%, alejándose de las proyecciones oficiales de una desaceleración rápida y sostenida.
El informe oficial señala que los precios regulados por el Gobierno —principalmente tarifas de servicios públicos— volvieron a ser un motor clave del incremento, con un alza del 2,9%. Esto confirma una tendencia donde la política de ajuste tarifario impacta directamente en el índice general.
Los rubros que más aumentaron
Según el desglose del INDEC, los mayores aumentos se concentraron en:
- Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles: +3,4%. Este rubro fue el de mayor incremento, impulsado por las subas autorizadas en las tarifas de servicios públicos.
- Transporte: +3,0%, influenciado por los aumentos en el precio de los pasajes de colectivos en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
- Alimentos y bebidas no alcohólicas, que si bien tuvieron una suba menor (2,2%), siguen presionando fuertemente el bolsillo de las familias.
La otra cara: ingresos que no acompañan
Mientras los precios suben, los ingresos de la mayoría de la población continúan perdiendo terreno. Analistas económicos advierten que el escenario actual combina inflación persistente con paritarias que no logran superarla y jubilaciones ajustadas por debajo de la suba de precios, en línea con las pautas fiscales acordadas con organismos internacionales.
Esta brecha creciente entre precios y salarios se ha convertido en una de las características más criticadas del actual programa económico, generando una pérdida constante de poder adquisitivo. La situación ha llevado a un incremento en el endeudamiento de los hogares para cubrir gastos básicos, evidenciado por el dato de que cerca de la mitad de las compras en supermercados ya se financian con tarjeta de crédito.
Críticas al modelo económico
Desde la oposición y diversos economistas se señala que la dinámica inflacionaria actual responde a una lógica de ajuste focalizado en los ingresos populares y el gasto público social, mientras se prioriza la estabilización de variables financieras y el cumplimiento de compromisos de deuda. La estrategia, denominada por algunos como “ancla salarial”, busca enfriar la demanda interna a través de la contracción del ingreso real.
Esta política se complementa con iniciativas como la reforma laboral en discusión y la continua expansión del endeudamiento público a través de nuevas emisiones de bonos, configurando un escenario donde la inflación, lejos de ceder, se combina con un profundo deterioro en la capacidad de consumo de las mayorías.